sábado, 12 de enero de 2008

Recuerdos y nuevos caminos

No recuerdo bien cuál de las veces fue la primera que te vi, lo que sí recuerdo perfectamente es que siempre me gustaste, creo fue aquella vez que traías puesta una visera blanca, platicabas con una sonrisa enorme en el rostro y las manos en los bolsillos del pantalón. Sin duda fue la sonrisa lo que me obligó a observarte como si todo hubiera desaparecido al rededor, perdida en el color de tus labios y ese brillo que aun sigue en ti.


Fue un milagro que te fijaras en mi, que todo pasara así, tal como pasó; un sueño, un largo sueño, dulce y embriagante que como todo en esta vida, llegó a su fin. Pero aun al despertar han quedado en mí aquellas imágenes tuyas aferrándote, rodeando mi cintura con tus brazos, diciéndome cosas hermosas, tan necesitado de mí, de amor, de calor, de esperanza.


Era inocencia lo que había en tus ojos, sencillez, transparencia, pureza de un sentimiento que ahora apenas borroso se asoma, pero se niega a morir. Me cuesta trabajo creer que las cosas se hayan transformado tanto, que seamos personas tan distintas a las que ayer, por una broma de la vida, cruzaron sus caminos.

Ahora esos caminos que ya eran uno solo, se separan nuevamente para retomar su propio rumbo, incierto y desafiante, pero necesario. Una separación precedida por decisiones difíciles y despedidas dolorosas, dudas, miedos y cicatrices que tal vez nunca sanarán.

No hay más que aferrarse a la esperanza de que este panorama cambiará y estos nos nuevos caminos algún día volverán a florecer y contagiar alegría por haber encontrado un destino feliz.

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